MPM1.9__PICASSO_Jacqueline sentada

Pablo Picasso. Jacqueline sentada, París, 8 octubre 1954. Museo Picasso Málaga. Donación de Christine Ruiz-Picasso. Foto: Rafael Lobato © Museo Picasso Málaga © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2024

Jacqueline sentada

8 octubre 1954

English version

Hace setenta años, en octubre de 1954, Pablo Picasso realizó el óleo sobre lienzo Jacqueline sentada.

«Picasso conoció a Jacqueline Roque (1927-1986) en junio de 1954, en el taller de cerámicas que Suzanne y Georges Ramié tenían en Vallauris, e inmediatamente empezó a pintarla. Los primeros retratos de Jacqueline datan del 2 y el 3 de junio; uno de ellos es +Jacqueline con las manos juntas (MP 1990-26, Z.XVI.324), muy parecido al ejemplo que aquí vemos y también incluido en la herencia del artista.

Pablo Picasso. Jacqueline con las manos cruzadas, Vallauris, 3 junio 1954. Musée national Picasso-Paris © GrandPalaisRmn (musée national Picasso-Paris)/Adrien Didierjean © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2024

El presente lienzo es, sin embargo, posterior: forma parte de una serie de retratos de Jacqueline que Picasso pintó en el estudio de la Rue des Grands-Augustins entre el 5 y el 16 de octubre de 1954. Estas pinturas del mes de octubre reflejan también el impacto inicial de Jacqueline como fuente de inspiración en ésta del Museo, otras dos de la misma fecha y tamaño (Z.XVI.329 y una no catalogada por Zervos y perteneciente a una colección particular) y otra del 14 de octubre (Z.XVI.330), continuó explorando la actitud majestuosa y reservada de la figura aislada, sentada con los brazos rodeando las rodillas. Lo único que varía es el rostro, que cambia de un perfil realista de tres cuartos al esquema casi cubista que vemos aquí, donde el perfil superpuesto de Jacqueline mira directamente a su propia cara.

Los historiadores han hecho notar la asombrosa semejanza del perfil de Jacqueline con el de la mujer sentada con una rosa en el pelo y un narguile en la mano de las Mujeres de Argel que Eugène Delacroix pintó en 1834 (Musée du Louvre, París), y Pierre Daix ha señalado que en el cuaderno de Royan de 1940 (MP1879) hay cuatro dibujos del famoso cuadro de Delacroix. Pero Picasso no pintó sus variaciones sobre ese tema hasta diciembre de 1954, meses después de esta serie de retratos, por lo que parece prematuro ver aquí alusiones a la obra maestra del artista francés. De cualquier forma, en la belleza que Picasso buscó a lo largo de su vida se descubre una inclinación hacia ciertos arquetipos clásicos. Conscientemente o no, escogió modelos y amantes que encajaran en esos patrones. La belleza de Jacqueline es la de la mujer argelina de Delacroix, pero también representa el ideal que inspiró a los predecesores de Picasso: es una perfecta fusión de prototipo y musa.

Eugène Delacroix. Mujeres de Argel (en su apartamento), 1834. Musée du Louvre © GrandPalaisRmn (musée du Louvre)/Franck Raux

Pablo Picasso. Boceto según Mujeres de Argel (en su apartamento), de Eugène Delacroix (folio 4, Cuaderno de Royan nº. 45, 9 enero -26 mayo 1940. Musée national Picasso-Paris © GrandPalaisRmn (musée national Picasso-Paris)/Mathieu Rabeau © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2024

La forma en que se han encuadrado la cabeza y el cuerpo de la figura en las tres zonas de colores primarios del lienzo contribuye a darle un carácter escultórico, como también el estar sentada como una estatua sobre un plinto rojo. En esta obra y las otras dos citadas del 8 de octubre, la cabeza de Jacqueline se recorta sobre un campo plano de azul, y allí, casi flotante, atrae la atención del espectador como una diana. En la pintura del museo hay una contradicción entre planitud y volumen implícito: aunque el efecto visual del conjunto sea bidimensional, el tratamiento de la cabeza, el torso y los brazos produce una fuerte impresión de profundidad. Una dimensión añadida es la que se deriva del contraste y el sombreado negro de la parte superior del cuerpo de Jacqueline, y de su brazo izquierdo al salir de la manga negra redonda y doblarse en el codo. También la cabeza, con sus vistas de perfil y de tres cuartos, conjuga aspectos de tres dimensiones. La perfecta integración que hace Picasso de la cabeza ‘de doble perspectiva’, en la que una colocación realista de las facciones se impone a la distorsión óptica, refuerza aún más la presencia material de la figura.

Hay partes del lienzo sin pintar, pero en la mayoría de los sectores se ha hecho una aplicación de la pintura ligera, a veces punteada, con la que los colores crean relieve sobre el blanco de la tela. El cuerpo de Jacqueline se perfila sobre un campo blanco subyacente que lo separa del fondo amarillo y proporciona una impresión alegre, aunque falsa, de profundidad. Fragmentos de un contorno blanco que cine la cabeza y la espalda, el bajo del vestido, los pies y las nalgas acentúan la masa redondeada de las rodillas juntas y los brazos envolventes. Ese contorno alude a la escultura, especialmente a las esculturas de pliegues y recortes, inspiradas por Jacqueline, que Picasso hizo en Cannes en 1961».

Texto: GIMÉNEZ, Carmen (ed.). Colección Museo Picasso Málaga. Málaga: Museo Picasso Málaga, 2003, vol. I, pp. 146-148.

Otros artículos de Universo Picasso

Exposiciones relacionadas

Pablo Picasso: estructuras de la invención

La unidad de una obra