Claude en marrón y blanco

«En este retrato de su hijo Claude (nacido en 1947), Picasso ha hecho que tanto la superficie pintada como el soporte de contrachapado sin pintar contribuyan al resultado visual. Las zonas de la tabla deliberadamente intactas actúan como elementos integrales de la composición total. Esta técnica, que concede un papel al soporte en la concepción de la obra, es análoga a la manipulación de la forma en una escultura o en el modelado de una pieza de cerámica, y es posible que refleje los experimentos de escultura en barro y cerámicas que el artista venía haciendo desde tres años antes en el alfar de Suzanne y Georges Ramié en Vallauris.

Muchas de las pinturas de Vallauris fueron ejecutadas sobre contrachapado. También un gran número de las realizadas entre 1950 y 1953 fueron enmarcadas como ésta; probablemente Picasso recibía las tablas ya enmarcadas, como lo demuestra la frecuencia con que el pigmento se sale del contrachapado pintado para invadir el marco [1].

Los tonos de marrón muy oscuro que aquí vemos, parecidos a los del Retrato de un pintor según El Greco de febrero de 1950 (Z.XV.165), son colores más propios para retratar a un adulto que a un niño. Unidos al duro contraste de luz y sombra en la cara, dan un aspecto lúgubre al entorno y pesan sobre la figura. Las facciones redondas del niño recuerdan el estilo curvilíneo del pintor en obras como El taller de la modista, de 1926 (MNAM, París, Z.VII,.2) , y otras comparables, como la serie de estudios de cabezas para la edición de Vollard del relato de Balzac Le Chef-d’œuvre inconnu (Cuatro estudios de cabeza. Balzac, Le Chef-d´oeuvre inconnu, Juan-les-Pins, Antibes, agosto- 22 septiembre 1926).

En éste y otros retratos infantiles de Claude y Paloma se observa lo que, en general, se ha reconocido como una vuelta de Picasso a características del barroco español: la presencia de Claude, o quizá su inocencia, se impone a nuestra atención de un modo muy semejante a la de la aparentemente tímida infanta Margarita en Las Meninas, de Diego de Silva y Velázquez (Museo Nacional del Prado, Madrid). En este retrato de su hijo cabe ver una imagen de sucesión en la familia del artista, de la misma manera en que la infanta retratada por Velázquez representaba la sucesión a la corona de España.

Claude nació en mayo de 1947, y tendría casi tres años cuando se cree que fue pintado este retrato en Vallauris, a comienzos de 1950. La silla visible a la derecha del espectador aparece también en una pintura de Claude y su hermana Paloma (Z.XV.157) fechada el 20 de febrero de 1950 [2]. Más importante es que el rostro de Claude esté representado de forma casi idéntica. Otras imágenes de los dos niños pintadas en enero y febrero del mismo año les muestran jugando en ambientes alegres, con útiles de escribir y dibujar, triciclos, muñecos y otros juguetes. El modelo de este retrato del Museo, que en el inventario de la herencia se consignó erróneamente como Fillette en brun et blanc (Niña en marrón y blanco), ha sido posteriormente identificado como Claude por comparación con retratos contemporáneos de los dos hermanos, como el ya citado de la sucesión (Z.XV.157)» [3].

Texto:
[1y 2] GIMÉNEZ, Carmen. 1994. Picasso. Primera mirada. Cat. exp. (Málaga: Palacio Episcopal, 1994- 1995; Sevilla: Pabellón Mudéjar, 1995; Nimes: Carré d’Art, Musée d’Art Contemporain, 1995). Sevilla: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, PP. 318-319.
[3] GIMÉNEZ, Carmen (ed). Colección Museo Picasso Málaga. Málaga: Museo Picasso Málaga, 2003, pp. 140-142.